18 de julio de 2014

Objeción tecnológica

En la certeza de que la mayoría de los que lean el título y el sentido de esta cuestión se sorprenderán o la tomarán de absurda, hay una razón a favor de objetar el progreso tecnológico difícilmente de refutar: el avance tecnológico, que tiene la facultad de incrementar su velocidad a pasos imprevisibles, supone un gasto inmensamente desproporcionado de los recursos naturales con las gravísimas consecuencias que poca gente es capaz de ver, incluso del sector ecologista, que vela por la protección de la Naturaleza. Estas fatídicas consecuencias son todavía mayores si añadimos otra máxima: la tecnología no sólo avanza en velocidad temporal, sino también espacial, al formar parte del engranaje productivista y capitalista creciente, quiere llegar a cuantas más personas en el mundo pueda, mediante las campañas de marketing y del culto por la innovación.

El sentido de esta objeción es por tanto el de cuestionar directamente el avance tecnológico sobre todo como esquilmación de los recursos y destrucción de hábitats, pero también como un rechazo a la idea dogmática del progreso y todas sus formas.  Aun a sabiendas de que son pocos los que puedan imaginarse un mundo sin teléfonos móviles, sin ordenadores ni tablets, sin coches, gepeeses ni aviones, sin televisores de plasmas y con miles de canales, sin cine ni efectos especiales, sin consolas ni videojuegos, y sin los “prometedores” y desconocidos nuevos avances propios aún de la ciencia ficción como las viajes espaciales, los robots perfeccionados, la inteligencia artificial, la biotecnología o los microchips, y que representan una seria amenaza de evolucionar hacia un mundo totalmente artificializado que llaman transhumanismo y en el que se justifica el poder de las máquinas sobre todo lo demás, se hace necesario alzar  voces que cuestionen esta tendencia y clamen por una vuelta a la naturalidad primaria más humana a pesar del pánico que se le suele tener a la palabra “retroceso”.

Es importante añadir también que el progreso tecnológico es la culminación del desarrollo histórico de la máquina y de sus mitos, y de todo el aparato industrial que explosionó en el siglo XIX, por lo que no se puede rechazar la tecnología sin hacerlo con su precedente, al menos hasta una tecnología eminentemente simple, si es que se puede hablar de que exista dicho término.

De igual forma se cuestiona cualquier adelanto científico por el hecho innegable de que tales adelantos precisan en la actualidad de los más sofisticados adelantos tecnológicos, es decir, la ciencia de hoy contribuye directamente al avance de la tecnología. En este punto se objetará sin embargo que el avance de la medicina -por poner un ejemplo- ha sido posible gracias a los avances científicos y tecnológicos, pero, ¿a qué precio? Y realmente... ¿se ha mejorado la salud de las personas? Se ha aumentado la esperanza de vida pero ¿de qué sirve vivir más años en un mundo masificado que reprime sus valores más humanos? Los avances científicos (tecnológicos) como el de la medicina no han sido más que adaptaciones a un mundo en continuo crecimiento poblacional y desenfreno consumista.

Por otra parte, jamás en la historia, tras un avance tecnológico, no solo se tuvo en cuenta el gasto de recursos ambientales ni las consecuencias de exterminio de individuos, tampoco se tuvo en cuenta la pérdida de vidas humanas y el coste que supondría, porque éstas se reducían a una “mera estadística” que no podía hacer parar la máquina iniciada del progreso. Así, era más importante que millones de personas pudieran desplazarse de un lado para otro en ciudades cada vez más grandes que el hecho de que unas cuantas pudieran morir en el intento (¿daños colaterales?). O visto de otra forma, era mucho más importante que las empresas del sector se enriquecieran cada vez más a costa de la muerte y el sufrimiento de unos pocos. Y a pesar de que se cuenten por millones las víctimas por accidentes de tráfico en apenas un siglo en todo el mundo, siguen siendo estadísticas permisibles que no pueden hacer parar la máquina del progreso. Lo mismo se puede aplicar para los accidentes laborales producidos por máquinas, muchos más antiguos que los de tráfico. Si el ser humano ni siquiera se ha preocupado por el devenir de parte de su especie, ¿cómo esperar que se preocupara por otras formas de vida no humanas y por el legado natural?

He aquí una de las trampas de la tecnología que nadie ha querido ver: la tecnología sólo se interesa por el progreso, especialmente el referente al progreso económico. Mientras se vendía y extendía la falsa idea de que las máquinas traerían innovación, comodidad, seguridad, lo único que realmente importaba era la eficacia y el rendimiento, adaptándose a un mundo cambiante, cuya población creciente y exigente demandaba mayores medios tecnológicos que satisfacieran sus cada vez mayores necesidades impulsadas por la propia idea del progreso.

Es sin duda el dogma por todo lo artificial y el progreso un rasgo distintivo y peligroso de la arrogancia humana que se ve en el derecho incuestionable de utilizar su carácter racional para continuar justificando la dominación sobre todas las formas de vida del planeta y próximamente de la conquista de otros posibles planetas con vida, demostrando con esto una total falta de respeto hacia las especies y millones de individuos que pueblan el mismo planeta que quiere dominar.

Por tanto, la objeción tecnológica es una cuestión necesaria y urgente que rompe con todos los cánones establecidos por la fuerza y una serie de circunstancias históricas desfavorables. Es además un rechazo al culto del progreso, de la artificialidad por encima de todas las cosas, de la esquilmación descontrolada de los recursos, de la dominación humana y de la colonización futura de nuevos mundos.

Para completar esta objeción expondremos a continuación algunos ejemplos de aparatos tecnológicos con evidentes poderes de atracción y control social para llevarla a cabo de forma individual, sólo aptos de momento para mentes que empiezan a cuestionar todo lo establecido:

-Televisión: si la tienes, enciéndela lo menos posible. La televisión crea un poder de atracción muy persuasivo en las personas, no te dejes vencer, pero si a menudo te vence, la mejor de las acciones es cortar de raíz, deshaciéndote de ella, tirándola, nunca vendiéndola.

-Ordenadores. Si lo utilizas en el trabajo no te queda más remedio, pero siempre se puede buscar otro trabajo en el que no tengas que usarlo. En casa, úsalo lo menos posible. Limita el Internet, pues es una fuente de comunicación sobrevalorada, hay otras formas más tradicionales de comunicarse. Recuperémoslas.

-Teléfono móvil. La dependencia que se tiene hoy en día con el móvil es inconmensurable, y aunque es muy difícil librarse de ella, no es imposible. Si no puedes vivir sin él, al menos puedes reducir su uso. Una ayuda es tratar de acordarse de cuando no teníamos móviles, y usar más el teléfono fijo. Ponte límites tecnológicos.

-Consolas. Peligroso invento creado con un solo uso, el de la adicción de la diversión, dirigido además al público más persuasible, el infantil y adolescente, aunque según estudios se está extendiendo también al público adulto. Ya que suele ser un consumo que lo realizan más los padres que los niños, el consejo sería: tratar de educar a tu hijo en la diversión tradicional, la diversión en la calle; al mismo tiempo, tratar de prevenirle de la adicción a los videojuegos.

-Coches. A pesar de que pueda tener un uso práctico porque nos lleva a los sitios, no deja de ser un símbolo ligado a la urbanidad y la sociedad de masas, un invento inmerso en la trampa tecnológica, que se ha adaptado perfectamente a la modernidad, que ha contribuido a la formación de status, de la privacidad y a la ideología enfermiza del consumo. Su uso debe ser por tanto igualmente cuestionado: a nivel personal puedes reducirlo al máximo, limitar tus desplazamientos, usar más la bicicleta o invertir más tiempo en el saludable ejercicio de caminar a pie.

-Aviones. Vendido como el medio de transporte más seguro, el avión, pocas veces se dice que es uno de los más destructivos medioambientalmente hablando, al igual que los trenes de alta velocidad. La inmensa mayoría de los vuelos transnacionales justifican el turismo invasivo y por tanto el consumo. Cuantos más aviones coges, más contribuyes a la destrucción medioambiental. Limita al máximo el número de vuelos que tienes que tomar, piensa si son realmente necesarios, pregúntate si de verdad necesitas viajar a sitios tan lejanos solo para satisfacer tu curiosidad e infórmate antes de las repercusiones que tiene la industria aeronáutica de masas. Si es preciso, abstente de coger aviones o trenes de alta velocidad.

Por último, debemos decir que no es suficiente practicar la objeción tecnológica sin otra clase de objeciones igual de necesarias para una posible futura transformación social y reintegración humana en el equilibrio natural.

3 comentarios:

  1. De acuerdo,compañero.
    Cuando tratas de los moviles,hay que hacer referencia hoy en día al chateo constante¿Cómo ha sido posible que hayan introducido en tan solo dos años a casi la totalidad de la población al wasap?Yo he contabilizado,mas o menos,entre quince y veinte años el tiempo de adhesión al teléfono móvil de la población en general en Iberia.Si esto,que ha sido generalizado han sido tan sólo dos años,quiere decir que la resistencia en los cerebros de las personas casi ha sido reventada.Yo me abstengo,por ahora,de las maravillas del mensaje gratuito e instantaneo,pero lo hago por un problema que,quizá me hizo reflexionar y pensarmelo dos veces.
    En cuanto a la tecnología,mínima,humanismo y animalismo,máximo.
    Un saludo,
    revolucion

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  2. Esta adhesión tan rápida explica que el avance tecnológico cuantiplica su velocidad. Son dos los motivos intencionados de la introducción abrumadora del gasap: mensajes más rápidos de escribir y que son gratis. El gasap no es más que una innovación perfeccionada de los sms, pues recordemos que aquellos eran demasiado lentos y cada uno costaba dinero. Prácticamente la misma adhesión en tiempo han tenido las redes sociales, un invento lamentable que ha servido más para incrementar el afán de protagonismo y estupidez que para otra cosa. Los efectos de la peligrosa atracción tecnológica se dejan notar incluso en quienes pretenden transformar al ser humano. Así, no.
    Cuidado con los conceptos animalismo y humanismo porque resulta problemático usarlos en igualdad de condiciones dada su distinta evolución histórica. Podrían incluso llegar a ser conceptos contrapuestos.

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  3. Bueno,yo en realidad hago referencia al naturalismo estoico,que no es tanto humanismo ni animalismo,es lo mejor de los dos mundos,o intentar vivir de acuerdo a la naturaleza,con todo lo que ello implica.
    Por otra parte,sé,el wasap ya estaba inventado,pero hay que tener en cuenta que al sms no había que dedicar la mayor parte del tiempo de vigilia,y parte del de sueño.Esto es un avance mayor y cuando menos, se hace evidente por el paso de una semi esclavitud tecnológica a una completa esclavitud.

    revolucion

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