Si
analizamos con detenimiento la evolución que ha sufrido el consumo de
la carne, podemos hallar grandes diferencias en las distintas épocas
culturales. Así, en la época primitiva su consumo era muy diferente al
actual, el cuál se obtenía por medio del método de la caza. Este método
proveía al cazador de una relación directa con el animal que mataba para
luego comerse junto al grupo. El animal era visto en casi todos los
grupos como un igual entre todas las formas de vida, incluida la humana,
indisociable al medio natural del cuál ellos mismos dependían. Por
ello, en el momento de comerlo el animal era venerado y su consumo era
agradecido por los hombres como un obsequio de la Madre Naturaleza, el
cuál debían de tomar para sobrevivir. Podría incluso decirse que se
trataba de un ritual. Por otro lado, la práctica de la caza desarrollada
en ciertos grupos primitivos fue una evolución motivada por cuestiones
climáticas y de supervivencia, y esto hizo que ésta fuera un recurso
esencial e inevitable.
Con
la llegada de la agricultura en el Neolítico, hace unos 10.000 años, de
forma paralela llega la era de la domesticación de los animales.
Independientemente de los motivos que provocaron la transformación, los
hombres se fueron dando cuenta de que domesticar a los animales más
mansos era una labor mucho menos peligrosa que la de la caza, evitando
riesgos innecesarios, y además reportaba otras ventajas como el
incremento de la producción ganadera, en relación con el crecimiento de
la población de los grupos. Así, durante miles de años cada vez se
fueron domesticando más animales no solo para la obtención de alimento o
como fuerza de trabajo, sino también para la obtención de pieles o
lana, y más adelante como entretenimiento público. En este contexto, la
relación del hombre con el animal empieza a cambiar, pues los animales
-hervíboros en su mayoría- que viven en un estado salvaje en la
naturaleza, ahora experimentan la total dependencia del hombre, que es
quien los “cuida” y alimenta para luego obtener un beneficio. Ante esta
nueva relación ya no existe ningún tipo de veneración hacia el animal ni
agradecimiento por los bienes dados. La domesticación se generaliza
culturalmente y se adopta poco a poco como una costumbre a imitar.
Finalmente,
la era industrial del siglo XIX transformó radicalmente la ganadería.
El imparable crecimiento de la población humana demanda cada vez más
producción agrícola y ganadera, con lo que dispara a su vez el número de
animales usados para consumo humano. El cambio es total. El animal ya
no es un animal, sino un número y un recurso, usado con el fin de
engordar tanto en el menor tiempo posible para aumentar la producción.
La domesticación se convierte en hacinamiento y esclavitud. Y la
relación entre hombre y animal se reduce a la de verdugo y víctima.
Pero
no fue hasta pasadas las dos Guerras Mundiales cuando el consumo de
carne se multiplicó desproporcionadamente provocando el desastre
medioambiental. Es a partir de esta época cuando aparecen los mitos de
la carne: planteamientos interesados y parciales para justificar y
generalizar el necesario consumo de carne. Argumentos dirigidos a
nuestra salud, como aquel que nos han repetido médicos hasta la saciedad
de “no podemos vivir sin las proteínas de la carne” es extendido como
un dogma de fe. O aquél que alude a la historia como el que argumenta
que “siempre hemos comido carne”, no dejan de ser ideas falsas,
inventadas y difundidas por la industria alimenticia y los apologistas
de la carne.
La
producción masiva actual de carne se ha destinado a las afueras de las
ciudades siguiendo una cadena lógica: centros de engorde-
transporte-mataderos y preparación. De esta manera, el consumidor medio
de carne es aquél que ya no tiene contacto alguno con el animal. Guiado
por un instinto carnívoro que portan sus genes, escoge sus porciones en
bandejas de grandes o pequeñas superficies, cuidadosamente preparadas y
embaladas, y que luego se come sin plantearse en ningún momento de dónde
viene el producto y cómo es elaborado. A su vez, los grandes
restaurantes de comida rápida ofrecen sus hamburguesas suculentas a
precios económicos para atraer cada vez más público. En este contexto,
cualquier consideración ética está fuera de lugar, pues el simple sabor y
los mitos ya mencionados son antepuestos a toda objeción. El consumidor
ha sido engañado y manipulado en este sentido por el interés de la
industria cárnica.
Hasta
ahora nos hemos referido a la forma generalizada del consumo de carne
actual. Sin embargo la culminación del culto a la carne tiene lugar en
esas reuniones de humanos devorando carne y despertando su lado más
salvaje, las llamadas barbacoas. Estas celebraciones ridículas no son
más que demostraciones del instinto más primitivo del hombre, un alarde
del comer carne por comer. Una forma de quererse alejar del “hombre
civilizado” actual y parecer por unos momentos un bárbaro. Pero dejemos
las cosas claras, los hombres primitivos jamás hacían algo parecido a
una “barbacoa”. En éstas no hay ningún tipo de veneración ni
agradecimiento al animal que se consume, sino la más rastrera burla y
desprecio. Es en éstas fiestas en donde los mitos de la carne hacen
mayor estrago, cuando el consumo se vuelve devoción y estupidez, y
cuando uno se plantea seriamente si esto es una muestra de eso que
llaman civilización, o más bien una reunión de personas embrutecidas que
se ahogan en su propia ignorancia y que son incapaces de comprender lo
que realmente están festejando. Las barbacoas no son otra cosa que un
culto a la esclavitud animal; una justificación inventada del poder del
hombre sobre la bestia. Porque una cosa es comer carne por una
“supuesta” necesidad y otra bien distinta es querer demostrarlo con
actitud arrogante haciéndose pasar por algo que no se es, como se suele
hacer en las pertinentes barbacoas.
Estoy de acuerdo en todo lo que dices, pero me gustari proponer dos cosas. La primera seria bueno que cuando hablas de que el hombre ya no tiene ningun contacto con el animal cuando lo come y que no sabe cual es el proceso que se lleva a cabo tan cruel podrias especificar mas y contar cuales son los procesos que se les aplica a los animales cuando van a ser asesinados para nuestro beneficio.
ResponderEliminary segundo tambien megustaria que explicaras cuales son esas alternativas de vegetales que se pueden tomar para obtener proteinas. si todos supieramos que alimentospodemos tomar y como debemos tomarlos para obtener todas esas vitaminas solo con las verduras a lo mejor habria mas gente que se daria cuenta de lo facil y necesario que es comer verduras
Hola educadora,
ResponderEliminarEn cuanto a los métodos usados lo mejor es ver los vídeos de investigación que ya llevan haciendo durante varios años organizaciones como Igualdad Animal, ya que hay cosas que se entienden mejor viéndolas que contándolas y como dicen a veces una imagen vale más que mil palabras http://www.igualdadanimal.org/.
En realidad, la comida vegetariana ha sido siempre la base en casi todas las civilizaciones, sobre todo a base de cereales como el trigo, la cebada, el arroz o el maíz, algo de lo que la gente prefiere no darse cuenta, ya que es mucho más emocionante imaginarse a nuestros ancestros como valientes cazadores, cuando en realidad el consumo de carne y pescado fue excepcional. Las proteínas vegetales se encuentran más en las leguminosas como la soja, los guisantes o las judías que en las verduras, además de los frutos secos. Tan solo hay que combinarlas con algún tipo de cereal como el arroz para hacerlas completas. Ser vegetariano no significa comer solo verduras. Una lista de alimentos cien por cien vegetarianos sería esta: verduras, legumbres, cereales, frutas, frutos secos, semillas, germinados, algas, hongos, etc. Recomiendo también buscar en internet pues ya hay mucha información sobre esto.
Un saludo.